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HISTORIA

HISTORIA DE LAS PULSERAS DE PAN DE ORO

Las pulseras tibetanas de pan de oro son una joyería tradicional del Tíbet con un profundo significado cultural y religioso.

Las pulseras tibetanas de pan de oro las confeccionaban los monjes budistas en los templos y las regalaban a personas que hacían ofrendas a Buda y a sus seres queridos.

Están bendecidas para atraer la buena suerte, protección, fortuna, amor y unidad. Consideradas amuletos protectores que alejan energías negativas y fomentan la prosperidad y la salud.

Las pulseras de pan de oro están selladas con un conector de cobre, grabado con un mantra: โชค ดี เมตตา ส ขุ งั (suerte, amor, felicidad y fortuna). Se recomienda llevarlas en impar para conseguir su efecto.


Realizadas artesanalmente con el polvo de oro de las ofrendas a Buda durante las oraciones. El oro simboliza pureza e iluminación en la tradición budista y son también conocidas como budistas o kumlai.

Un complemento muy especial con mucha historia y significado que viste cualquier look y que trae consigo la buena suerte.

 

NUESTRA HISTORIA 

Todo surge en uno de nuestros viajes a Tailandia y India, dónde dimos con grupo de monjes que nos enseñaron su cultura. Fue una de las experiencias mas enriquecedoras y transformadoras que jamás habíamos vivido.

Nos quedamos apasionadas con su estilo de vida. La vida en el monasterio fluía en un ritmo tranquilo y pausado, en contraste con la agitación del mundo exterior. Observar las prácticas espirituales diarias de los monjes nos llenó de una sensación de paz y contemplación muy profunda.

Sus historias de vida y su dedicación a la búsqueda del conocimiento espiritual nos inspiraron profundamente y nos recordaron la importancia de cultivar nuestra mente y tener un corazón abierto.

Un día dimos con estas pulseras, y nos quedamos apasionadas con la historia que escondían detrás y su belleza.

Nos contaron que era el mejor regalo para hacer a un familiar. Regalando estas pulseras, regalaríamos amor, fortuna, buena suerte y protección. Y no dudamos ni un segundo en traérselas a todos nuestros seres queridos.

Todos los días generamos gran expectación con nuestras maravillosas y mágicas pulseras. Todos se sorprendían sólo con mirarlas, por su brillo espectacular, su ligereza, su sencillez elegante, su luminosidad , su tacto suave…

No se conocían en Europa , no se habían visto jamás. Ahí confirmamos que habíamos ido las primeras en descubrir este gran tesoro que podíamos compartir con medio mundo..